Desde pequeña recuerdo tener muy claro que en algún momento de mi vida estaría frente a tiempos difíciles, claro que si tomamos en cuenta la frecuencia de guerras, devaluaciones y desastres naturales, solo es un momento esperando a ocurrir en la vida de todos.
Pero lo que a mi me movía era otra cosa, mi madre que es católica llevo a casa una carta de algún profeta, la leyó frente a mi y no se si a mis hermanos, hablaba de tiempos difíciles que estaban cerca, de demonios que tocarían la puerta fingiendo la voz de algún familiar, peleando en nuestra acera contra ángeles que descenderían del cielo para definir todo en una batalla final, cruces de fuego en el cielo y demás parafernalia apocalíptica.
Hambrunas, plagas y epidemias, estaban en el catálogo de desgracias que vendrían anunciando el juicio final, crecí pensando que cada vez que pasaba algo así era una mas de esas puertas que nos acercaban al final, crecí pensando que un día faltaría la comida, el agua o cualquier cosa ¿cuantas generaciones han vivido pensando en esto? cuantas plagas, guerras, hambrunas, sismos, epidemias y demás ya habrán pasado nuestros abuelos y tatarabuelos y el final aún no ha llegado, pero el miedo permanece, como si no fuera suficiente con lo que vivimos cada día,católicos o no parece que crecimos con la misma doctrina, siempre aspiramos a sufrir un poco mas para estar mas cerca del cielo.
1 comentario:
Jajaja. Yo siempre creí que el final del mundo sería mucho más trágico (qué pedo con mi mente, by the way).
Nice post.
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